domingo, 28 de abril de 2013

Mou y el espíritu de Juanito



Definitivamente, el fútbol es un estado de ánimo y Mou, su profeta. Estos días, observo a mis amigos merengues como motos, convencidos (al menos de boquilla) de remontar ante el Borussia pese al 4-1 que el Real Madrid encajó en la ida de la semifinal de la Liga de Campeones. Y me extraña, aunque baste con leer el Marca o el As para entender el contagio del virus.

No seré yo quien niegue los logros del técnico portugués. Sería miope y miserable. Están en las hemerotecas y lo sitúan como uno de los grandes de nuestro tiempo. Su trayectoria en el Bernabéu es, sin embargo, más cuestionable. Dejando a un lado las maneras (o la falta de ellas) del luso, me sorprende esa defensa a ultranza que los aficionados merengues hacen de su entrenador esta temporada después de haber regalado la Liga al Barça a mitad de camino (sin pelearla hasta el final, como marca la historia blanca) y estar al borde de la eliminación en la Champions. Y todo ello contando con una constelación de estrellas del fútbol en la plantilla. Es cierto que queda el partido del martes y que será el que determine el fracaso o no de la temporada. Quizá muchos madridistas estén esperando precisamente al final de ese encuentro (y el del Barça ante el Bayern) para hacer sangre o no. En este escenario, me quedo atónito al ver que el universo merengue apele más a la heroica y al pasado, que a la mejora de la disciplina táctica, para superar a los alemanes. Si el Madrid quiere encomendarse al espíritu de Juanito, que lo haga. Pero haría mejor en triplicar las horas dedicadas a preparar un choque que el Dortmund se sabe de memoria.

Resumiendo: que una amplia mayoría de los blancos está con Mou y su cohorte mediática pese a su mezquina apuesta liguera y al cara o cruz europeo. Desconcertante. A sabiendas de que el balompié es un juego y de que un gol con la espalda en el último segundo, un palo salvador o un penalti injusto pueden determinar la gloria o la miseria en un suspiro, recomiendo a mis amigos merengues que se lo hagan mirar. Y se lo dice un colchonero, gremio de aficionados que, como es conocido, acude semanalmente al psicoanalista desde hace décadas. De ese sabemos un rato.

jueves, 25 de abril de 2013

El paro que nos desangra







Es cierto que los históricos problemas estructurales de la economía extremeña y las medidas de recorte del déficit impuestas por Bruselas a todos los países de la UE hacen muy difícil combatir el paro en estos momentos. No obstante, los datos son los que son: a día de hoy hay casi 70.000 desempleados más que cuando el PP llegó al Gobierno de Extremadura. Sé que Monago y sus consejeros no han estado de brazos cruzados en este tiempo. Han puesto en marcha las medidas que han considerado adecuadas con un presupuesto limitado. Pero se han revelado ineficaces para combatir el principal problema de nuestra región, no lo olvidemos, que es el empleo. O mejor dicho, la falta de él.

El Ejecutivo autonómico defiende que sus iniciativas darán frutos a medio-largo plazo. Ya veremos. ¿Y entre tanto? ¿Nos desangramos? Veo imposible que Extremadura pueda adoptar en solitario las medidas necesarias para salir del pozo. La crisis requiere de acciones generadoras de empleo a escala nacional y europea. Mientras en Bruselas no cambien el chip y sitúen la lucha contra el desempleo por delante de la lucha contra el déficit, la salida del túnel quedará lejos.

Las decisiones que cabe tomar, por tanto, en nuestra comunidad son cortoplacistas, encaminadas a mitigar la falta de empleo en miles de familias. Desconozco de quién es la culpa de que no haya forma de que Monago y Vara sean capaces de ponerse de acuerdo en algo. Me da igual. Somos los extremeños quienes sufrimos la falta de consenso entre los dos partidos mayoritarios de cara al sostenimiento y mejora de pilares sociales tan fundamentales como el empleo, la sanidad y la educación. Y así nos va.

domingo, 21 de abril de 2013

La necesaria refundación de los sindicatos





















Cuánto mal se está haciendo a sí mismo el movimiento sindical en los últimos tiempos. A lo largo de mi vida laboral he conocido distintos perfiles. A muchos sindicalistas que lo han dado todo por defender a los trabajadores más débiles sin esperar nada a cambio. A auténticos sinvergüenzas que aprovechaban su pertenencia a los comités para blindarse, medrar con los jefes, ignorar los problemas de sus compañeros y acumular horas sindicales para irse a la playa en lugar de trabajar para erradicar las desigualdades en el seno de sus empresas. A liberados de la administración pública que exhibían su condición de forma indecente... A través de los medios de comunicación hemos constatado, además, casos sangrantes: dirigentes sindicales llenándose los bolsillos mientras las familias a las que dicen defender sufren.

Desde mi posición de defensor a ultranza del papel de los sindicatos en la sociedad, les pido que hagan una profunda depuración interna y se refunden. Los ciudadanos necesitamos sindicatos honrados y fuertes, dirigidos por personas ejemplares en las que poder depositar nuestra confianza. De lo contrario, firmarán su defunción definitiva y la democracia se tambaleará al perder uno de sus pilares. Si no actúan, esto último está más cerca de lo que parece